Con 12 años, a
Juan le comentaron
que posiblemente
ya no se
publicarían más
“Tintines”. Y
corrió inquieto a
escribir a su
autor. “No se
pueden olvidar
cartas como las
tuyas”... “Tintín
ha evolucionado.
Como todo cuanto
vive”... “Milú te
agradece los
huesos simbólicos
que le has
enviado”...
(Hergé).
Esta cálida
correspondencia
convirtió a un
lector de Tintín
en un
coleccionista, en
un exégeta.