juan d'Ors
doblaje

INTRODUCCIÓN

* Conseguir vivir de un trabajo que sea esencialmente un juego es la ilusión, en principio, de cualquier ser humano, y sobre todo de los que somos irremisibles Peter Panes … En teoría, el doblaje es la profesión más hermosa del mundo: primero, interpretas un papel (de forma no idéntica pero que recuerda a la del teatro o el cine). Pero, segundo, en algunos aspectos vas más allá, porque tu voz “se pega” milagrosamente a la cara de un extraño que está claro que no eres tú y que muy poco tiene que ver contigo… Es cosa de ventriloquia, de brujería, de sumo sacerdocio. ¡Una locura maravillosa!

 

* Me gusta mi trabajo porque hace soñar a la gente. Pese a que ya nadie se cree que la voz de Ingrid Bergman sea realmente la de María del Puy (como pasaba hace escasamente cincuenta años), me pregunto: ¿Qué permite una identificación mayor, una versión original o una adaptación en nuestro idioma? Yo pienso que es más fácil soñar con Marilyn Monroe si se la oye hablar como habla uno mismo…

 

* Como actor he caído en manos de una pléyade de directores diversos: unos me han sabido modelar dejando libre mi sensibilidad; otros me han atado corto sin querer dejarse sorprender. Los terceros, simplemente, es como si no estuvieran en la sala. Es obvio que la segunda y tercera categoría son poco recomendables (especialmente la segunda). En función de esto, mis interpretaciones me han dejado más o menos satisfecho. Lo habitual es que quede con ganas de repetir un papel, o al menos algún fragmento de mis diálogos.

 

* Fueron precisamente mis frustraciones como actor (éstas que he contado y otras más graves, como ser olvidado en momentos determinados, o no ser valorado en otros) las que me empujaron con ansias de perfección a comenzar a hacer adaptaciones y a dirigir intentando no caer en los vicios ya reseñados.

 

* La voz supone un 70 o un 80% de la interpretación de un actor. Como consecuencia, cuidar una interpretación oral (en la radio, en un disco, en un doblaje…) es la esencia de este arte de la sincronización. Es por esa misma razón por la que los enemigos de mi profesión se oponen a ella. Si aceptamos con serenidad que una adaptación siempre es “otra cosa” (no es lo mismo leer a Shakespeare en inglés antiguo que en español moderno) podemos admitir también con alegría que esa “otra cosa” no tiene por qué ser obligatoriamente menos digna.

 

* He intentado subrayar la música de la voz (el doblaje tiene mucho que ver con el ritmo y con la musicalidad), siguiendo por un lado la escuela expresiva de ciertos actores orientales y por otro la declamación clásica de los ingleses, procurando al mismo tiempo imitar al actor original y no “despegarme” de su cara.

 

* Es precisamente en Inglaterra donde más se enseña al futuro actor a hacer inflexiones, cambiar los colores y registros, las entonaciones. En cambio, nuestro país es uno de los pocos lugares en donde se considera que es de poca categoría maquillar la voz. No lo entenderé nunca. Si alguien tiene esa riqueza, ¿por qué no explotarla? Otra cosa muy distinta – y muy importante – es saber encontrar nuestra propia voz y ser conscientes de su extensión y su límite.

 

* He pensado siempre que con mi garganta puedo hacer lo que quiera y ser más poderoso que un rey en lo alto de una montaña con el mundo a sus pies, tanto en mis actividades como cantante y músico como en las de la interpretación actoral. He jugado (con bastante éxito, creo) en los registros de niño, adolescente, joven, anciano, característico, dibujo animado… y he acabado siendo víctima de mi propia ductilidad: es más probable que me repartan buenos papeles de secundario que de galán protagonista. Esta misma cualidad expresiva me ha llevado también a que me repartieran en una serie a un adolescente masculino que, a todos los efectos, era una chica (…). Y el colmo: en la página web de eldoblaje.com se reseñan de forma mucho más visible mis guardias, policías, camareros o periodistas preguntones que otros papeles míos con un poquito más de “salsa”…

 

* Por otra parte, para mí es un honor doblar a estos semifigurantes tan necesarios la mayor parte de las veces en una narración filmada. Suelen ser los más arduos de interpretar, y es fácil caer en clichés. Hablar con monosílabos, decir un “sí” o un “no” o un “sí, señor”… es mucho más complicado que el largo parlamento de un protagonista en un momento climático.

 

* Pese a lo dicho más arriba, entidades como eldoblaje.com, AISGE o ADOMA cumplen con un cierto nivel (entre otras funciones) la difícil tarea de empezar a construir las bases de lo que pudiera ser una pequeña historia del doblaje en España. Desde finales de los años 90 (cuando empezaron a existir las famosas agendas de AISGE) procuro apuntar escrupulosamente todas mis intervenciones profesionales. ¡Ojalá lo hubiera hecho desde 1985 cuando empecé! Hoy en día ni recuerdo los papeles más o menos importantes que he interpretado ni los actores a los que he prestado mi voz. Además, en ninguna parte constan de forma oficial: los archivos de los estudios donde se hicieron esos trabajos han desaparecido. Y los actores de doblaje son las personas de menos memoria que he conocido. Nuestra profesión, sí, es realmente anónima. Ésta es posiblemente una de sus grandezas.

 

* Puedo asegurar no obstante que con más de una veintena o treintena de papeles he disfrutado de lo lindo… aunque hoy no sepa cuáles son.

 

* Dicho lo cual, podréis concluir que los vídeos que me atañen y que aquí veréis son escasos y no siempre los más representativos de mi trabajo como actor. Algunas personas que me querían tuvieron la amabilidad de grabarme y a menudo en condiciones técnicas insuficientes. Por otro lado, conservo en casa ciertas grabaciones en VHS de mis trabajos como adaptador, director y cantante. Desearía que alguna de ellas pueda conmoveros…

 

Juan d’Ors, junio 2009