2003-2013: Diez años con los mejores músicos
Llevo toda la vida en esto de la música. De niño yo me consideraba un verdadero cantante...hasta que llegó el trágico momento del cambio de voz en la post-pubertad y tuve que cerrar las puertas por un tiempo. A partir de los 18 años, recobré mis energías y descubrí mi verdadera voz a fuerza de imitar a mis maestros. Me permití el lujo incluso de hacer unos pinitos "líricos". Y mucho después tuve la inmensa suerte de cantar en series de dibujos animados y en alguna película. De forma profesional, sin embargo, podemos fechar el año 2003 como el de mi verdadero bautismo. He cumplido pues diez años de carrera y creo poder decir que he luchado, he invertido mi dinero, he jugado al polimorfismo, he cantado, versionado, producido... y he compuesto mi propia música. Todo ello, reinventándome a mí mismo, partiendo de cero continuamente y en medio de una gran soledad...pero siempre acompañado de mis queridos músicos, sin los cuales nada sería.
La inteligencia de un líder o de un creador se mide en la manera que tiene de saber qué y sobre todo a quién necesita para lograr sus planes. Mis músicos han sabido mejorarme y adivinarme, 'interpretarme' en el amplio sentido de la palabra. Aquí y allá hemos visto ya mi forma de trabajar, tan poco ortodoxa, mis caprichos, mis audaces voluntades (eliminar una claqueta, cambiar una octava en medio de una frase, pasar del grave al agudo sin solución de continuidad, convertir el tiempo en persecución de instrumentos, utilizar instrumentos de juguete, prescindir de las armonías, tentar e intentar el azar, cambiar de voz, imitación vocal de la instrumentación, utilizar un saxo como violín, hacer una canción de cuna con vientos, hacer que los músicos tengan otras funciones que las que se esperan de ellos...), todo ello quizá con algunas equivocaciones, pero con claridad y con libertad, con determinación. No soy más que "un músico que silba". Y los músicos que me acompañan o me han acompañado lo saben. Su grado de complicidad ha dependido siempre de su ternura y de su sensibilidad. Y ésta ha sido siempre muy grande. Algunos volaron con sus propias alas. A otros yo les dije adiós. Pero estoy seguro de que todos, de una manera u otra, permanecen conmigo. Y volveremos a reunirnos.
No dudaré en decir que ellos han sido y son los mejores que he podido tener. Un prodigio de disciplina y de emoción. Dignos de ser actores en "El último concierto".
Puede decirse que Adán Latonda, Jordi Pinyol y Tomás Álvarez son mis músicos más estables, y con ellos he vivido grandes aventuras. El último, como buen ave del Paraná, sabe mantener sus distancias. (Es uno de los más antiguos y ha tenido que aguantarme mucho). Sus adornos rítmicos en mi pieza instrumental 'Tiempos' son bellísimos.
De Jordi no creo equivocarme si digo que es un genio y que ha nacido para la guitarra.
Con Adán no puedo ser objetivo, porque es mucho más que uno de mis músicos. ¿Cómo es posible que una persona sin maestros sea capaz de llegar tan lejos, de tener un entendimiento tan perfecto de lo que debe ser un piano, fuere cual fuere el género en que se esté moviendo?
Sobre los tres podréis leer maravillas en esta misma página, en la sección "La banda".
Hay más músicos que me han acompañado a lo largo del camino. Conservo especial cariño hacia el multisaxofonista Jesús Serrano (sobre él podréis leer en la Noticia "Casa de Vacas"), que se fue pero volvió... Y también hacia todos los que participaron en anteriores ediciones de mis conciertos 'beatle' (ver Noticia 'Fundación Carlos de Amberes'). Y, cómo no, hacia los que participarán el próximo 14 de diciembre en Segundo Jazz en mi nuevo renacimiento de la música de los Beatles (de ellos podemos saber en mi página de Facebook)...
He seleccionado ahora diez nombres de personas a las que no podré olvidar jamás:
Daniel García: Quizá él mejor que nadie supo entender siempre lo que yo quería. Mi música y mis arreglos sonaban en su violín como si fueran lo último que iba a hacer en su vida. Realizó además algunas transcripciones de mis cosas, especialmente el pautado de 'Himno a Venus'. De una gran versatilidad, eficacia y técnica (y sin el almíbar del fácil virtuosismo), Dani está hoy en una agrupación "manouche", pero podría estar en cualquier otra de cualquier género. Le echo mucho de menos.
Esther Mendoza: Pese a ser una intérprete de una cierta aspereza formal y estar un poquito en la luna, Esther representa para mí la inteligencia y el análisis. Nadie como ella es capaz de llegar al fundamento de una pieza, a su columna vertebral. Tanto su formación clásica como su andamiaje popular la han curtido. Y sólo falta que no desaparezca del todo en la luna en la que se esconde.
Y, siguiendo con los violinistas (con un recuerdo grato hacia mi colaboradora Encarni García), no puedo dejar de hablar de Diana Valencia, que me acompañó en mis conciertos de Casa de Vacas, tocó el violín en mi videoclip 'Pasado' y estará en mis próximos Beatles. Su rigor es excepcional; su adaptación a los músicos que interpreta, notable. Y su compañía, un lujo. Guardo su sonrisa como un tesoro. Seguiré hablando de ella.
Donato Goyeneche: Sobre su amplio currículum, podéis leer la Noticia "Juan d'Ors ficha a Donato Goyeneche". Donato es un ser fundamentalmente libre, otro genio al albur de sus tambores. Lo mismo se planta ante una orquesta sinfónica con coral, que toca humildemente (y excelsamente) el hang en la calle. Lo mismo desnuda a una mujer y percute sobre su piel que se va a Italia con unos dj's. Lo mismo me acompaña al fin del mundo que se queda en casa muerto de frío. Donato sólo tiene dos pasiones: su música y las mujeres. El orden de preferencia...que lo ponga él.
Costanzo Laini: El italiano Costanzo es, junto a su 'alter ego' Walter Geromet, uno de los mejores saxofonistas afincados en España. Siendo plenamente consciente de lo que es, sin embargo ha sabido correr todos los riesgos conmigo, desde quedarse mucho tiempo sin cobrar, hasta utilizar, como sugerimos antes, un canon con un violín, enmascarar a una voz, hacer dúos con un kazoo, utilizar un saxo nuevo como si fuera de hace 60 años, suavizar su viento sin sordina alguna, hacer melodías de cuerda con sus instrumentos... Ha sabido ser un niño conmigo y volverá a serlo sin duda.
Gabriel Palacios: Es un músico total, con una facilidad pasmosa para todo. Sabedor de su preparación y sin embargo persona humilde. Es capaz de adivinar lo que pasa por la cabeza de un "asilvestrado" como yo... Da igual que dirija una big band de vientos; que se ponga con el piano; que emocione con su limpio saxo. Busca la perfección en todo y algunas veces lo consigue. Por su sangre corre la música y, si no se dispersa, es de una generosidad sin límite. Tocó el saxo tenor en 'Pasado' y me ayudó a fabricar la guía de la pieza para los músicos. Y estoy seguro de que acabará tocando todos los metales que se le pongan por medio.
Félix Arribas: Fue (y todavía es) el batería del mítico grupo de los 60/70 Pekenikes.
Ha hecho un par de colaboraciones en mis conciertos Beatles. Pero, sobre todo, ha registrado y mezclado en "un directo de estudio" mis temas 'Tiempos' y 'Eleanor Rigby'. De forma excelsa, con esa concepción de la era analógica tan suya. Y no era trabajo sencillo, porque mi música tiene mucho contrapunto y a veces es difícil distinguir cuál es la melodía principal, cuál es "el punto de fuga"... o simplemente todo es igual de importante.
Félix me parece una persona feliz y tranquila, que sabe vivir con sus mitos, su adorable mujer y sus perritos, seguro de que ha hecho todo siempre lo mejor que ha sabido.
Sirva Félix también para recordar a los técnicos de sonido que han trabajado conmigo, de entre los que destaco especialmente-por haber compartido la intimidad del acto creador- a Joaquín Rebollo (que ha grabado una parte de mis "bocetos cantados" y ha mezclado 'Himno a Venus') y a Jaime Gobe (que mezcló los borradores de 'Tic-tac; bom-bom' y 'Juan d'Ors canta Beatles' así como la pieza 'Pasado').
Albert Anguela me ha parecido ahora y antes el "intelectual" de la música, un hombre al servicio de lo que sea que merezca la pena, lo mismo de los cantautores que del rock, de lo acústico, de lo étnico... Como buen bajista, en su cabeza hay un gran sentido de "lo que pasa", una percepción del equilibrio, una forma de compensar y de acentuar. Todo en él es de alguna forma 'tónica dominante'. Yo, que me he pasado la vida intentando que en mi música no hubiera necesidad de un bajo continuo como en el Barroco, le tengo una especial simpatía y al tiempo un respeto al límite del miedo. Impone, imponen todas las máscaras que utiliza en su físico. Realizó un bajo-boceto y un bajo definitivo para mi canción 'Himno a Venus'.
Gonzalo Rabasa es un pequeño sabio del piano. Lleva desde niño (cuando era un bromista que quería jugar) luchando para dominar su instrumento y no ser dominado por él. Tiene una capacidad de 'ponerse al servicio' que me sorprende. No importa lo que toque, una pieza clásica, una obra mía, una canción popular, una canción pop. Si lo que toca le entusiasma o no. Sabe sacar lo mejor y con amor. Sabe lo que hay que hacer. Su especialidad ha sido siempre el piano solista. Y, sin embargo, me maravilló continuamente cómo acompañaba a un cantante, cómo sabía qué adornos le sobraban al tocar conmigo. Con infinita paciencia realizó transcripciones que no existían de canciones de Lluís Llach; me hizo partituras de mis arreglos a partir de mi sola voz 'cantando' la instrumentación... Una persona excepcional.
Olivier Chauzu: Oli es un pianista reconocido, sobre todo en Francia, admirable recreador de Albéniz, de la música romántica y de la pre-abstracción.
Me admira en él su sentido de la ética (en una vasta acepción), su mística del trabajo, su humildad. En la vida extramusical es un provocador, un eterno adolescente. En la música sin embargo es un hombre profundamente respetuoso. Me da la impresión de que cuando estudia una pieza (toca siempre de memoria) no sólo aprende lo que está escrito, sino que trata de meterse en la piel del compositor. Por eso yo creo que sólo toca las composiciones de los músicos que le caen bien... Por amor y sólo por amor me acompañó en una buena parte de mis recitales-Llach e incluso se avino a tocar algún instrumento que no era el suyo. Por amor también se despidió de mí cuando comprendió que yo estaba en una aventura que no era ya la suya.
Diez músicos de entre los más de veinte con los que he trabajado. Diez artistas únicos, irrepetibles, que han hecho mi carga, mi lucha mucho más ligera. Diez seres humanos extraordinarios que me han dejado una huella imborrable en esta andadura de diez años a pesar de todo muy felices.
Juan d'Ors, 1 de diciembre 2013